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jueves, 12 de octubre de 2006

Las minas en el centro de la crisis


Bolivia

Las minas en el centro de la crisis

Por Antonio Peredo Leigue

Octubre 9, 2006

Aún no se resuelve el trágico conflicto que estalló en Huanuni, el jueves 5 de octubre. Mientras tanto, hay fuertes indicios de que, otros cooperativistas mineros, estarían preparando la toma de la mina Caracoles, ubicada en el departamento de La Paz. Esto indica que, los sucesos de Huanuni no son circunstanciales ni se circunscriben a un asiento minero; son producto de una movilización que busca definiciones en el gran tema minero y, por supuesto, definiciones favorables a sus intereses.

Dieciséis muertos y más de 60 heridos, ha sido el saldo de sangrientos enfrentamientos entre cooperativistas y asalariados, que trabajan en la explotación de estaño del cerro Posokoni, en el centro minero de Huanuni. Los cooperativistas, desde tiempo atrás, exigen se les otorgue otros dos niveles de interior mina –ya explotan varios otros- más la recuperación de mineral en “colas y desmontes” –sobrantes de la explotación anterior de esa mina- que aún tienen 4% de estaño.

De asalariados a cooperativistas

Poco después de la nacionalización de las minas, en 1952, se formaron cooperativas de obreros que no trabajaban ni en las grandes minas nacionalizadas ni en las medianas y pequeñas que quedaron en manos privadas. Se establecían en concesiones que les otorgaba la Corporación Minera de Bolivia (COMIBOL), sólo en las minas que podían explotarse con métodos artesanales.

Sin embargo, al implantarse el modelo neoliberal en 1985, el masivo despido de trabajadores de esa empresa estatal provocó la formación de numerosas cooperativas que, como consecuencia de la aplicación del modelo, obtuvieron concesiones de muchas minas que COMIBOL, deliberadamente, fue entregándoles. La política de los gobiernos que se sucedieron a partir de 1985 se orientó a la desactivación de la empresa minera del Estado; las minas más ventajosas se entregaron a los empresarios medianos, otras a los mineros pequeños y las más a las cooperativas.

En esta línea de acción fue inevitable que, los cooperativistas, reclamaran participación en minas de mejores perspectivas. En Huanuni, por ejemplo, exigieron y obtuvieron se les concediera los niveles superiores de explotación, además de explotar circunstancialmente “colas y desmontes”, sin que mediase concesión; COMIBOL mantuvo a su cargo los niveles inferiores en los que, debe destacarse, se realiza una explotación racional que mantiene una mejor proyección que en los niveles en que los cooperativistas se limitan a explotar el mineral que hallan a simple vista, perdiendo rápidamente el curso de la veta.

De cooperativistas a empresarios

Aunque es cierto que, la mayor parte de las cooperativas, se mantienen con la explotación de volúmenes con escaso contenido de mineral, algunas tienen una suerte mayor, recobrando mineral en proporciones altamente rentables. En el primer caso, el mayoritario, los cooperativistas tienen un nivel de vida miserable; excepcionalmente, hallan un bolsón rico en mineral y reciben ingresos superiores que les permite pagar deudas y comprar algunos utensilios.

En el otro caso, la obtención de concentrados de alta ley proporciona, a los cooperativistas, ingresos superiores a los 3 mil dólares mensuales y más. En estas circunstancias, no es extraño que contraten personal para que trabaje en interior mina, en “representación” de ellos; por supuesto, los sueldos que pagan a éstos, son miserables. Esto ocurre en Huanuni y otros centros, donde la producción de mineral es altamente rentable.

De todos modos, en condiciones miserables o convertidos en verdaderos empresarios, los cooperativistas exigen constantemente nuevos yacimientos minerales para explotarlos, con preferencia aquellos que tienen mejores proyecciones.

Programa vs. Acuerdos

Para las elecciones generales de diciembre pasado, el Movimiento al Socialismo (MAS), concertó alianzas con diversos sectores sociales que, una vez triunfante la candidatura de Evo Morales y Álvaro García, se tradujeron en la presencia de sus representantes en el gobierno. El numeroso sector de cooperativas mineras está representado por tres o cuatro diputados, tuvo un ministro en el estratégico sector minero y, aún más, varios otros funcionarios.

La propuesta del MAS, presentada en la campaña electoral y ratificada como programa de gobierno después del triunfo, define una política de fortalecimiento de COMIBOL y, por tanto, de producción minera estatal.

Un proyecto de tales características chocaba contra la posición del ministro del área, quien no dejó de ser dirigente del sector cooperativo. De hecho, durante los ocho meses que duró su gestión –concluida el viernes pasado- no hubo ninguna acción de su despacho para llevar adelante la propuesta del MAS.

Golpe de timón

La designación de un antiguo dirigente sindical de los trabajadores de COMIBOL, como Ministro de Minería y Metalurgia, parece indicar que se ha dado un golpe de timón para rectificar la desviación ocurrida en esta primera etapa, al menos en el tema minero. De hecho, el nuevo ministro, ha sostenido que hasta el 31 de octubre próximo, estará delineado el plan de reactivación de la empresa estatal de minería.

Hace 54 años, el 31 de octubre, se dictó el decreto de nacionalización de las minas. El nuevo ministro, al puntualizar la fecha, está reivindicando el fortalecimiento de la Corporación Minera de Bolivia que, durante muchos años, fue la mayor empresa minera del mundo.

Pero, al mismo tiempo, el gobierno debe encontrar una solución que supere la confrontación de los dos sectores en Huanuni y, eventualmente, en todos los centros mineros del país. Por cierto, es una complicada situación que sólo puede resolverse, encarando soluciones inmediatas y de largo alcance, al mismo tiempo.

El numeroso contingente de cooperativistas asentado en Huanuni, se pacificará en la medida en que obtenga alguna concesión y el gobierno está obligado a darla, cuidando que no dañe la proyección de la minería estatal. Deberá combinar, de otra parte, el plan de reactivación minera, en la que deben tener papel importante COMIBOL y los trabajadores de esta empresa. Pero, al mismo tiempo, habrá que tener la suficiente capacidad para comprometer, a los cooperativistas, en ese vasto plan nacional.

Este es el desafío que enfrenta nuestro gobierno a sólo ocho meses de su inicio. Es, al parecer, una prueba decisiva que gravitará en los meses siguientes.

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