TEMAS PRINCIPALES

lunes, 28 de agosto de 2006

Leon Felipe ¡QUE LASTIMA!

¡QUÉ LÁSTIMA!

¡Qué lástima
que yo no pueda cantar a la usanza
de este tiempo lo mismo que los poetas que hoy cantan!
¡Qué lástima
que yo no pueda entonar con una voz engolada
esas brillantes romanzas
a las glorias de la patria!
¡Qué lástima
que yo no tenga una patria!
Sé que la historia es la misma, la misma siempre, que pasa
desde una tierra a otra tierra, desde una raza
a otra raza,
como pasan
esas tormentas de estío desde esta a aquella comarca.
¡Qué lástima
que yo no tenga comarca,
patria chica, tierra provinciana!
Debí nacer en la entraña
de la estepa castellana
y fui a nacer en un pueblo del que no recuerdo nada;
pasé los días azules de mi infancia en Salamanca,
y mi juventud, una juventud sombría, en la Montaña.
Después... ya no he vuelto a echar el ancla,
y ninguna de estas tierras me levanta
ni me exalta
para poder cantar siempre en la misma tonada
al mismo río que pasa
rodando las mismas aguas,
al mismo cielo, al mismo campo y en la misma casa.
¡Qué lástima
que yo no tenga una casa!
Una casa solariega y blasonada,
una casa
en que guardara,
a más de otras cosas raras,
un sillón viejo de cuero, una mesa apolillada
(que me contaran
viejas historias domésticas como a Francis Jammes y a Ayala)
y el retrato de un mi abuelo que ganara
una batalla.
¡Qué lástima
que yo no tenga un abuelo que ganara
una batalla,
retratado con una mano cruzada
en el pecho, y la otra en el puño de la espada!
Y, ¡qué lástima
que yo no tenga siquiera una espada!
Porque..., ¿Qué voy a cantar si no tengo ni una patria,
ni una tierra provinciana,
ni una casa
solariega y blasonada,
ni el retrato de un mi abuelo que ganara
una batalla,
ni un sillón viejo de cuero, ni una mesa, ni una espada?
¡Qué voy a cantar si soy un paria
que apenas tiene una capa!

Sin embargo...
en esta tierra de España
y en un pueblo de la Alcarria
hay una casa
en la que estoy de posada
y donde tengo, prestadas,
una mesa de pino y una silla de paja.
Un libro tengo también. Y todo mi ajuar se halla
en una sala
muy amplia
y muy blanca
que está en la parte más baja
y más fresca de la casa.
Tiene una luz muy clara
esta sala
tan amplia
y tan blanca...
Una luz muy clara
que entra por una ventana
que da a una calle muy ancha.
Y a la luz de esta ventana
vengo todas las mañanas.
Aquí me siento sobre mi silla de paja
y venzo las horas largas
leyendo en mi libro y viendo cómo pasa
la gente a través de la ventana.
Cosas de poca importancia
parecen un libro y el cristal de una ventana
en un pueblo de la Alcarria,
y, sin embargo, le basta
para sentir todo el ritmo de la vida a mi alma.
Que todo el ritmo del mundo por estos cristales pasa
cuando pasan
ese pastor que va detrás de las cabras
con una enorme cayada,
esa mujer agobiada
con una carga
de leña en la espalda,
esos mendigos que vienen arrastrando sus miserias, de Pastrana,
y esa niña que va a la escuela de tan mala gana.
¡Oh, esa niña! Hace un alto en mi ventana
siempre y se queda a los cristales pegada
como si fuera una estampa.
¡Qué gracia
tiene su cara
en el cristal aplastada
con la barbilla sumida y la naricilla chata!
Yo me río mucho mirándola
y la digo que es una niña muy guapa...
Ella entonces me llama
¡tonto!, y se marcha.
¡Pobre niña! Ya no pasa
por esta calle tan ancha
caminando hacia la escuela de muy mala gana,
ni se para
en mi ventana,
ni se queda a los cristales pegada
como si fuera una estampa.
Que un día se puso mala,
muy mala,
y otro día doblaron por ella a muerto las campanas.

Y en una tarde muy clara,
por esta calle tan ancha,
al través de la ventana,
vi cómo se la llevaban
en una caja
muy blanca...
En una caja
muy blanca
que tenía un cristalito en la tapa.
Por aquel cristal se la veía la cara
lo mismo que cuando estaba
pegadita al cristal de mi ventana...
Al cristal de esta ventana
que ahora me recuerda siempre el cristalito de aquella caja
tan blanca.
Todo el ritmo de la vida pasa
por el cristal de mi ventana...
¡Y la muerte también pasa!

¡Qué lástima
que no pudiendo cantar otras hazañas,
porque no tengo una patria,
ni una tierra provinciana,
ni una casa
solariega y blasonada,
ni el retrato de un mi abuelo que ganara
una batalla,
ni un sillón de viejo cuero, ni una mesa, ni una espada,
y soy un paria
que apenas tiene una capa...
venga, forzado, a cantar cosas de poca importancia!

León Felipe

Un poeta de Tábara
Grandes poetas

sábado, 26 de agosto de 2006

Joseph Ratzinger

Código: ZS05073003

Fecha publicación: 2005-07-30

«Las bases morales prepolíticas del Estado liberal», según Joseph Ratzinger

Ponencia en un diálogo con Jürgen Habermas, 19 de enero de 2004

ROMA, sábado, 30 julio 2005 (ZENIT.org).- Ponencia leída por Jürgen Habermas el 19 de enero de 2004 en la «Tarde de discusión» con Jürgen Habermas y el cardenal Joseph Ratzinger, organizada por la Academia Católica de Baviera en Munich. El tema «Las bases morales prepolíticas del Estado liberal». Abrieron la discusión los dos invitados con sendas ponencias. Primero habló Habermas, después Ratzinger. Lo que sigue fue la ponencia o «posicionamiento» de Habermas.

* * *




En la aceleración del tempo de las evoluciones históricas en la que nos encontramos, aparecen, a mi juicio, sobre todo dos factores como elementos característicos de una evolución que antes sólo parecía producirse lentamente. Se trata, por un lado, de la formación de una sociedad mundial en la que los poderes particulares políticos, económicos y culturales se ven cada vez más remitidos recíprocamente unos a otros y se tocan y se complementan mutuamente en sus respectivos ámbitos de vida. La otra característica es el desarrollo de posibilidades del hombre, de posibilidades de hacer y de destruir, que, más allá de lo que hasta ahora era habitual, plantean la cuestión del control jurídico y ético del poder. Y así se convierte en una cuestión de gran urgencia la de cómo las culturas que se encuentran, pueden hallar fundamentos éticos que puedan conducir su convivencia por el camino correcto y permitan construir una forma de domar y ordenar ese poder, de la que puedan responsabilizarse en común.

Que el proyecto presentado por Hans Küng de un “ethos universal”, se vea alentado desde tantos lados, demuestra, en todo caso, que la pregunta está planteada. Y ello es así aunque se acepten las agudas críticas que Robert Spaemann ha hecho a ese proyecto (1). Pues a los dos factores antes señalados se añade un tercero: en el proceso de encuentro y compenetración de las culturas se han quebrado y, por cierto, bastante profundamente, certezas éticas que hasta ahora se consideraban básicas. La pregunta acerca de qué sea el bien, sobre todo en el contexto dado, y por qué hay que hacer ese bien, aun en perjuicio propio, esta cuestión básica es una cuestión para la que en buena parte se carece de respuesta. Pues bien, a mí me parece evidente que la ciencia como tal no puede producir ningún ethos, y que, por tanto, una renovada conciencia ética no puede producirse como resultado de debates científicos. Por otra parte, es también indubitable que el cambio fundamental de visión del mundo y visión del hombre que se ha producido como resultado de los crecientes conocimientos científicos, está implicado muy esencialmente en la ruptura de viejas certezas morales. Por tanto, la ciencia tiene, ciertamente, una responsabilidad en lo que se refiere al hombre, y muy en particular la filosofía tiene la responsabilidad de acompañar el desenvolvimiento de las ciencias particulares, de iluminar críticamente las conclusiones apresuradas y las certezas aparentes acerca de qué sea el hombre, de dónde viene, y para qué existe, o, dicho de otra manera, de separar el elemento no científico en los resultados científicos con los que ese elemento no científico viene a veces mezclado, y mantener así abierta la mirada al todo, es decir, mantener abierta la mirada a ulteriores dimensiones de realidad del hombre, realidad de la que en las ciencias sólo pueden mostrarse aspectos parciales.

PODER Y DERECHO

Concretamente es tarea de la política el poner el poder bajo la medida del derecho y establecer así el orden de un empleo del poder que tenga sentido y sea aceptable. Lo que ha de prevalecer no es el derecho del más fuerte sino la fuerza del derecho. El poder atenido al orden del derecho y puesto al servicio del derecho es lo contrario de la violencia, y por violencia entendemos el poder exento de derecho y contrario al derecho. Por tanto, es importante para toda sociedad superar las sospechas bajo las que en este sentido puedan estar el derecho y los órdenes jurídicos, porque sólo así puede desterrarse la arbitrariedad y sólo así puede vivirse la libertad como libertad compartida, tenida en común. La libertad exenta de derecho es anarquía, y, por tanto, destrucción de la libertad. La sospecha contra el derecho, la revuelta contra el derecho, estallarán siempre que el derecho mismo no aparezca ya como expresión de una justicia que está al servicio de todos, sino como producto de la arbitrariedad, como derecho que se arrogan aquellos que tienen el poder de hacerlo.

La tarea de poner el poder bajo la medida del derecho, remite, por tanto, a una cuestión ulterior: a la de cómo surge el derecho, y cómo tiene que estar hecho el derecho para convertirse en vehículo de la justicia y no en privilegio de aquellos que tienen el poder de dictar el derecho. Se trata, pues, por una parte, de la cuestión de cómo se ha formado el derecho, pero, por otra parte, se trata también de la cuestión de su propia medida interna. El problema de que el derecho no debe ser instrumento de poder de unos pocos, sino que tiene que ser expresión de un interés común, este problema parece haber quedado resuelto, al menos por de pronto, con el instrumento que representa la formación democrática de la voluntad, porque en esa formación democrática de la voluntad todos cooperan en la producción de ese derecho, y, por tanto, ese derecho es un derecho de todos y puede y debe ser respetado por todos como tal. Y, efectivamente, es la garantía de una cooperación común en la producción y configuración del derecho y en la administración justa del poder, es esa garantía, digo, la razón más básica que habla a favor de la democracia como la forma más adecuada de orden político.

Sin embargo, queda, a mi juicio, todavía una cuestión. Como difícilmente puede haber unanimidad entre los hombres, a la formación democrática de la voluntad sólo le queda como instrumento imprescindible la delegación, por un lado, y, por otro, la decisión mayoritaria, exigiéndose mayorías de distinto tipo según sea la importancia de la cuestión de que se trate. Pero también las mayorías pueden ser ciegas y pueden ser injustas. La historia lo demuestra de forma más que clara. Y cuando una mayoría, por grande que sea, reprime a una minoría, por ejemplo a una minoría religiosa, a una minoría racial, mediante leyes opresivas, ¿puede seguirse hablando de justicia, puede seguirse hablando de derecho? Por tanto, el principio de la mayoría deja todavía abierta la cuestión acerca de los fundamentos éticos del derecho, la cuestión de si no hay lo que nunca puede ser derecho, es decir, de si no hay lo que siempre será en sí una injusticia, o a la inversa, de si no hay también lo que por su esencia ha de ser inamoviblemente derecho, algo que precede a toda decisión mayoritaria y que tiene que ser respetado por ella.

La Edad Moderna ha expresado un conjunto de tales elementos normativos en las diversas declaraciones de derechos y los ha sustraído al juego de las mayorías. Pues bien, es posible que la conciencia actual simplemente se dé por satisfecha con la interna evidencia de esos valores. Aunque la verdad es que tal autolimitación del preguntar tiene también un carácter filosófico. Hay, pues, valores que se sostienen por sí solos, que se siguen de la esencia del ser humano y que, por tanto, resultan intangibles para todos cuantos tienen esa esencia. Sobre el alcance de esta manera de ver las cosas, habremos de volver todavía más tarde, sobre todo porque esa evidencia (que no querría hacerse más preguntas) de ninguna manera es reconocida hoy en todas las culturas. El Islam ha definido su propio catálogo de derechos del hombre, que se desliga del catálogo occidental. China viene hoy determinada, ciertamente, por una forma de cultura surgida en Occidente, por el marxismo, pero, si no estoy mal informado, en China se plantea la cuestión de si los derechos del hombre, no son más bien un invento típicamente occidental, al que habría que investigarle la trastienda.

NUEVAS FORMAS DE PODER Y NUEVAS CUESTIONES RELATIVAS A SU CONTROL

Cuando se trata de la relación entre poder y derecho y de las fuentes del derecho, hay que examinar también más detenidamente el fenómeno del poder. No voy a tratar de definir la esencia del poder como tal, sino que voy a bosquejar los desafíos que resultan de las nuevas formas de poder que se han desarrollado en el último medio siglo. En el período inmediatamente posterior a la Segunda Guerra Mundial era dominante el terror ante el nuevo medio de destrucción que el hombre había adquirido con el invento de la bomba atómica. El hombre se vio de pronto en situación de poder destruirse a sí mismo y de poder destruir la Tierra. Y entonces hubo que preguntarse: ¿qué mecanismos políticos son menester para excluir tal destrucción?, ¿podemos encontrar tales mecanismos y hacerlos efectivos?, ¿pueden movilizarse fuerzas éticas que contribuyan a dar configuración a tales mecanismos políticos y a prestarles eficacia? Y de hecho durante un largo período fue la propia competencia entre los bloques de poder contrapuestos y el miedo a poner en marcha la propia destrucción mediante la destrucción del otro, lo que nos mantuvo a resguardo del espanto de la guerra atómica. La mutua limitación del poder y el temor por la propia supervivencia resultaron ser las fuerzas salvadoras.

Mientras tanto, lo que nos angustia no es el miedo a una gran guerra, sino más bien el terror omnipresente que puede golpear en cualquier sitio y puede operar en cualquier sitio. La humanidad, es lo que vemos ahora, no necesita en absoluto de la gran guerra para convertir el mundo en un mundo invivible. Los poderes anónimos del terror que pueden hacerse presentes en todas partes, son lo suficientemente fuertes como para perseguir a todos incluso en la propia existencia cotidiana de todos y cada uno, permaneciendo en pie el fantasma de que los elementos criminales puedan lograr acceder a los grandes potenciales de destrucción y así, de forma ajena al orden de la política, entregar el mundo al caos. Y de esta forma, la pregunta por el derecho y por el ethos se nos ha desplazado y se nos ha convertido en esta otra: ¿de qué fuente se alimenta el terror?, ¿cómo se puede exorcizar desde su propio interior, esta nueva dolencia de la humanidad? Y lo tremendo es que el terror, por lo menos en parte, trata de legitimarse moralmente. Los mensajes de Ben Laden presentaban el terror como respuesta de pueblos oprimidos e impotentes al orgullo de los poderosos como justo castigo por su arrogancia, por su sacrílega soberbia y por su crueldad. Y a hombres que se encuentran en determinadas situaciones políticas y sociales, tales motivaciones les resultan evidentemente convincentes. En parte, el comportamiento terrorista se presenta como defensa de la tradición religiosa frente a la impiedad y al ateismo de la sociedad occidental.

Y en este punto se plantea una cuestión sobre la que asimismo tendremos que volver: si el terrorismo está tan bien alimentado por el fanatismo religioso ­–y lo está­­­­-, ¿es la religión un poder que levanta y salva, o es más bien un poder arcaico y peligroso, que construye universalismos falsos y conduce así a la intolerancia y al terror? ¿No habrá entonces que poner a la religión bajo la tutela de la razón e imponerle cuidadosos y estrictos límites? Pero entonces no se puede evitar la pregunta: ¿y quién podrá hacer tal cosa?, ¿cómo se hace tal cosa? Pero sigue en pie la pregunta general: la supresión progresiva de la religión, su superación ¿no habrá que considerarla un necesario progreso de la humanidad si es que ésta ha de emprender el camino de la libertad y de la tolerancia universal?

Mientras tanto ha pasado a primer plano otra forma de poder, otra forma de capacidad, pero que en realidad puede convertirse en una nueva forma de amenaza para el hombre. El hombre está ahora en condiciones de poder hacer hombres, de producirlos, por así decir, en el tubo de ensayo. El hombre se convierte entonces en producto, y de este modo se muda de raíz la relación del hombre consigo mismo. Pues el hombre deja de ser entonces un don de la naturaleza o del Dios creador, el hombre se convierte entonces en su propio producto. El hombre ha logrado descender así a las cisternas del poder, a los lugares fontanales de su propia existencia. La tentación de ponerse a construir entonces al hombre adecuado (al hombre que hay que construir), la tentación de experimentar con el hombre, la tentación también de considerar quizá al hombre o a hombres como basura y de dejarlos de lado como basura, ya no es ninguna quimera de moralistas hostiles al progreso.

Si antes no podíamos eludir la cuestión de si las religiones propiamente no eran una fuerza moral positiva, ahora no tiene más remedio que surgirnos la duda acerca de la fiabilidad de la razón. Pues en definitiva también la bomba atómica es un producto de la razón; y en definitiva la cría y selección del hombre es algo que también ha sido la razón quien lo ha ideado. ¿No es, pues, ahora la razón lo que, a la inversa, hay que poner bajo vigilancia? Pero, ¿por quién o por medio de qué? ¿O no deberían quizá religión y razón limitarse mutuamente y señalarse en cada caso sus propios límites y traerse de esta forma la una a la otra al camino positivo? En este lugar se plantea de nuevo la cuestión de cómo en una sociedad mundial con sus mecanismos de poder y sus fuerzas desatadas, así como con sus muy distintas visiones acerca de qué es el derecho y la moral, podrá encontrarse una evidencia ética efectiva que tenga la suficiente fuerza de motivación y la suficiente capacidad de imponerse, como para poder responder a los desafíos señalados y ayuden a esa sociedad mundial a hacerles frente.

PRESUPUESTOS DEL DERECHO: DERECHO – NATURALEZA – RAZÓN

Por de pronto lo primero que parece que tenemos que hacer es volver la mirada a situaciones históricas que son comparables a la nuestra, en cuanto que puede haber tales cosas comparables. Y así, merece la pena que empecemos recordando, aunque sea muy brevemente, que Grecia también tuvo su Ilustración, que el derecho fundado en los dioses perdió su evidencia y que, a consecuencia de ello, hubo que preguntarse por un derecho de bases más profundas. Y así surgió la idea de que, frente al derecho establecido, que puede no ser más que injusticia o falta de derecho, tiene que haber un derecho que se siga de la naturaleza, que se siga del ser mismo del hombre. Y éste es el derecho que hay que encontrar para que pueda servir de correctivo al derecho positivo.

Pero incluso más natural y obvio que esta mirada sobre Grecia es que nos fijemos en la doble ruptura que se produce en la conciencia europea en la Edad Moderna y que obligó a sentar las bases de una nueva reflexión sobre el contenido y la fuente del derecho. Se trata, en primer lugar, del rompimiento de los límites de Europa, del verse llevado el mundo cristiano mucho más allá de sus propios límites, que se produjo con el descubrimiento de América. Ello dio lugar a un encuentro con pueblos que no pertenecían a la trama que formaban el derecho y aquella fe cristiana que hasta entonces había constituido para todos la fuente del derecho y había dado al derecho su forma. Jurídicamente no hay nada común con esos pueblos, no hay ninguna comunidad jurídica con ellos. Pero, ¿quiere decir eso que entonces esos pueblos carecen de derecho, como muchos afirmaron, siendo esto además lo que prevaleció en la práctica, o no será más bien que hay un derecho que transciende a todos los sistemas de derecho, y que obliga y gobierna a los hombres como hombres en todas sus formas de convivencia? Francisco de Vitoria desarrolla en esta situación su idea de “ius gentium” (derecho de gentes) a partir de la noción que desde Roma ya pertenecía a la herencia intelectual; en el término “gentes” de dicha expresión (la de “ius gentium”) resuena el significado de paganos, de no cristianos. Se está pensando (Francisco de Vitoria está pensando), por tanto, en un derecho que antecede a la forma cristiana del derecho y que tiene por fin articular una convivencia justa de todos los pueblos.

La segunda ruptura en el mundo cristiano se produjo dentro de la cristiandad misma a causa de la escisión de la fe, escisión por la que la comunidad de los cristianos se desglosó en comunidades que quedaron hostilmente unas frente a otras. De nuevo se convertía en tarea desarrollar un derecho común que antecediese al dogma, desarrollar por lo menos un mínimo jurídico cuyas bases no podían radicar ahora en la fe sino en la naturaleza, en la razón del hombre. Hugo Grocio, Samuel Pufendorf y otros desarrollaron la idea de un derecho natural entendido como un derecho racional que, más allá de los límites de la fe, hace valer la razón como órgano capaz de una formación y configuración compartidas del derecho.

Sobre todo en la Iglesia Católica, el derecho natural ha constituido siempre la figura de pensamiento con la que la Iglesia en su diálogo con la sociedad secular y con otras comunidades de fe ha apelado a la razón común y ha buscado las bases para un entendimiento acerca de principios éticos del derecho en una sociedad secular pluralista. Pero, por desgracia, este instrumento se ha embotado y, por tanto, en la discusión de hoy no me voy a apoyar en él. La idea de derecho natural presuponía un concepto de naturaleza en que naturaleza y razón se compenetran, en el que la naturaleza misma se vuelve racional. Y tal visión de la naturaleza se fue a pique con la victoria de la teoría de la evolución. La naturaleza como tal no sería racional, aun cuando haya comportamiento racional. Éste es el diagnóstico que desde la teoría científica se nos hace, y que hoy se nos antoja casi incontrovertible (2). Y así, de las distintas dimensiones del concepto de naturaleza que antaño subyacían en el concepto de derecho natural, sólo ha quedado en pie aquélla que (a principios del siglo tercero después de Cristo) Ulpiano articulaba en su famosa frase: “Ius naturae est, quod natura omnia animalia docet” (el derecho natural es aquél que la naturaleza enseña a todos los animales) (3). Pero, precisamente, esto no basta para nuestras preguntas, en las que precisamente se trata de lo que no concierne a todos los “animalia” (a todos los animales), sino que se trata de tareas específicamente humanas que la razón del hombre ha causado y planteado al hombre, y que no pueden resolverse sin la razón.

Como último elemento del derecho natural, que en lo más profundo quiso siempre ser un derecho racional, por lo menos en la Edad Moderna, han quedado los “derechos del hombre”. Esos derechos son difíciles de entender sin el presupuesto de que el hombre como hombre, simplemente por su pertenencia a la especie hombre, es sujeto de derechos, sin el presupuesto de que el ser mismo del hombre es portador de normas y valores que hay que buscar, pero que no es menester inventar. Quizá la doctrina de los derechos del hombre deba completarse con una doctrina de los deberes del hombre y de los límites del hombre, y esto podría quizá ayudar a replantear la cuestión de si no podría haber una razón de la naturaleza, y, por tanto, un derecho racional para el hombre y para el estar del hombre en el mundo. Tal diálogo debería interpretarse y plantearse interculturalmente. Para los cristianos ello tendría que ver con la creación y con el Creador. En el mundo hindú esos conceptos cristianos se corresponderían con el concepto de “dharma”, con el concepto de la interna legiformidad del ser, y en la tradición china a ello correspondería la idea de los ordenes del cielo.

LA INTERCULTURALIDAD Y SUS CONSECUENCIAS

Antes de intentar llegar a unas conclusiones, quisiera ampliar un poco más la indicación que acabo de hacer. La interculturalidad me parece una dimensión imprescindible de la discusión en torno a los fundamentos del ser humano, una discusión que hoy ni puede efectuarse de forma enteramente interna al cristianismo, ni tampoco puede desarrollarse sólo dentro de las tradiciones de la razón occidental moderna. En su propia autocomprensión, ambos (el Cristianismo y la razón moderna) se presuponen universales, y puede que de iure (de derecho) efectivamente lo sean. Pero de facto (de hecho) tienen que reconocer que sólo han sido aceptados en partes de la humanidad. El número de culturas en competición es, ciertamente, mucho más limitado de lo que podría parecer a primera vista. Y sobre todo es importante que dentro de los distintos ámbitos culturales tampoco hay unidad, sino que los espacios culturales se caracterizan por profundas tensiones dentro de sus propias tradiciones culturales. En Occidente esto es evidente. Aunque en Occidente la cultura secular de una estricta racionalidad (y de ello nos ha dado un impresionante ejemplo el señor Habermas), resulta ampliamente dominante y se considera lo vinculante, no cabe duda de que en Occidente la comprensión cristiana de la realidad sigue teniendo igual que antes una fuerza bien eficaz. Ambos polos guardan entre sí una cambiante relación de proximidad o de tensión, están uno frente al otro, o bien en una mutua disponibilidad a aprender el uno del otro, o bien en la forma de un rechazarse más o menos decididamente el uno al otro.

También el espacio cultural islámico viene determinado por tensiones similares; desde el absolutismo fanático de un Ben Laden hasta actitudes que están abiertas a una racionalidad tolerante, se da un amplio arco de posiciones, pues. Y el tercer gran ámbito cultural, el de la cultura india, o mejor los espacios culturales del hinduismo y del budismo, están asimismo determinados por tensiones similares, aun cuando, en todo caso desde nuestro punto de vista, esas tensiones ofrecen un aspecto mucho menos dramático. Y esas culturas también se ven expuestas tanto a las pretensiones de la racionalidad occidental como a las interpelaciones de la fe cristiana, pues ambas han hecho acto de presencia en esos ámbitos. De modos diversos, esas culturas asimilan tanto la una como la otra, tratando, sin embargo, a la vez de proteger también su propia identidad. Completan el cuadro las culturas locales de África y las culturas locales de América, despertadas éstas últimas por determinadas teologías cristianas. Todas esas culturas se presentan en buena medida como un cuestionamiento de la racionalidad occidental, pero también como un cuestionamiento de la pretensión universalista de la revelación cristiana.

¿Y qué se sigue de todo esto? Pues bien, lo primero que se sigue es, a mi entender, la no universalidad fáctica de ambas grandes culturas de Occidente, tanto de la cultura de la fe cristiana como de la cultura de la racionalidad secular, por más que ambas culturas, cada una a su manera, se hayan convertido en codeterminantes en todo el mundo y en todas las culturas. Y en este sentido, la pregunta del colega de Teheran, a la que el señor Habermas ha hecho referencia, me parece que es una pregunta de peso, la pregunta desde si desde el punto de vista de la comparación cultural y de la sociología de la religión, la secularización europea no representa quizá un camino especial que necesitaría de alguna corrección. Y ésta es una cuestión que yo no reduciría sin más, o por lo menos no creo que deba reducirse necesariamente, a ese estado de ánimo que representan un Carl Schmitt, un Martin Heidegger o un Levi Strauss, es decir, al estado de ánimo de una situación europea que, por así decir, se hubiese cansado de la racionalidad. Es un hecho, en todo caso, que nuestra racionalidad secular, por más que resulte trivial y evidente al tipo de ratio que se ha formado en Occidente, no es algo que resulte evidente y convincente sin más a toda ratio, es decir, que esa racionalidad secular, en su intento de hacerse evidente como racionalidad, choca con límites. Su evidencia está ligada de hecho a determinados contextos culturales y tiene que reconocer que, como tal, no se la puede entender en toda la humanidad, es decir, no puede encontrar comprensión en toda la humanidad, y que, por tanto, no puede ser operativa en el conjunto. Con otras palabras: no existe “fórmula del mundo”, racional, o ética, o religiosa, en la que todos pudieran ponerse de acuerdo y que entonces fuese capaz de sostener el todo. O en todo caso, tal fórmula es por el momento inalcanzable. Por eso, incluso los proyectos de un “ethos universal”, a los que hemos empezado haciendo referencia, se quedan en una abstracción.

CONCLUSIONES

¿Qué hacer, pues? En lo que respecta a las consecuencias prácticas estoy en profundo acuerdo con lo que el señor Habermas ha expuesto acerca de la sociedad postsecular, acerca de la disponibilidad a aprender y acerca de la autolimitación por ambos lados. Mi propio punto de vista voy a resumirlo en dos tesis, con las que voy a concluir.

1.- Habíamos visto que hay patologías en la religión que son altamente peligrosas y que hacen necesario considerar la luz divina que representa la razón, por así decir, como un órgano de control, desde el que y por el que la religión ha de dejarse purificar y ordenar una y otra vez, cosa que era por lo demás la idea de los Padres de la Iglesia (4). Pero en nuestras consideraciones hemos obtenido también que (aunque la humanidad no sea por lo general hoy consciente de ello) hay también patologías de la razón, hay una hybris de la razón que no es menos peligrosa, sino que representa una amenaza aún mayor a causa de su potencial eficiencia: la bomba atómica, el hombre como producto. Por tanto, y a la inversa, hay también que amonestar a la razón a reducirse a sus límites y a aprender y a disponerse a prestar oídos a las grandes tradiciones religiosas de la humanidad. Si la razón se emancipa por completo y se desprende de tal disponibilidad a aprender y se sacude tal correlacionalidad o se desdice de tal correlacionalidad, la razón se vuelve destructiva.

Kart Hübner planteaba no hace mucho una exigencia similar diciendo que en tal tesis no se trataba inmediatamente de un “retorno a la fe”, sino que de lo que se trataba era de que “nos liberásemos de esa obcecación de nuestra época, conforme a la que la fe no podría decir ya nada al hombre actual porque la fe contradiría a la idea humanista de razón, Ilustración y libertad que ese hombre tiene” (5). Yo hablaría, por tanto, de una necesaria correlacionalidad de razón y fe, de razón y religión, pues razón y fe están llamadas a limpiarse y purificarse mutuamente y se necesitan mutuamente, y ambas tienen que reconocerse mutuamente tal cosa.

2.- Esta regla fundamental debe hallar concreción en el contexto intercultural de nuestra actualidad. Sin duda dos importantes intervinientes en esa correlacionalidad son la fe cristiana y la cultura secular occidenal. Y esto puede decirse y debe decirse sin ninguna clase de eurocentrismo. Pues ambos (cultura secular occidental y fe cristiana) determinan la actual situación mundial en una proporción en que no la determinan ninguna de las demás fuerzas culturales. Pero esto no significa, ni mucho menos, que se pueda dejar de lado a las otras culturas como una especie de “quantité négligeable” (de magnitud despreciable). Para ambos grandes componentes de la cultura occidental es importante ponerse a escuchar a esas otras culturas, es decir, entablar una verdadera correlacionalidad con esas otras culturas. Es importante implicarlas en la tentativa de una correlación polifónica, en la que ellas se abran a sí mismas a la esencial complementariedad de razón y fe, de suerte que pueda ponerse en marcha un universal proceso de purificaciones en el que finalmente los valores y normas conocidos de alguna manera o barruntados por todos los hombres lleguen a recobrar una nueva capacidad de iluminación de modo que se conviertan en fuerza eficaz para una humanidad y de esa forma puedan contribuir a integrar el mundo.

(Traducción de Manuel Jiménez Redondo)

NOTAS

1) R. Spaemann, „Weltethos als “Projekt““, en: Merkur, Heft 570/571, 893-904.

2) La expresión más impresionante (pese a muchas correcciones de detalle) de esta filosofía de la evolución, hoy todavía dominante, la representa el libro de J. Monod, El Azar y la Necesidad, Barcelona 1989. En lo que respecta a la distinción entre lo que son los resultados efectivos de la ciencia y lo que es la filosofía que acompaña a esos resultados, cfr. R. Junker, S. Scherer (eds.), Evolution. Ein Kritischer Lehrbuch, Giessen 1998. Para algunas indicaciones concernientes a la discusión con la filosofía que acompaña a esa teoría de la evolución, véase J. Ratzinger, Glaube – Wahrheit – Toleranz , Friburgo 2003, 131-147.

3) Acerca de las tres dimensiones del derecho natural medieval (dinámica del ser en general, teleología de la naturaleza común a los hombres y a los animales [Ulpiano], y teología específica de la naturaleza racional del hombre) cfr. las referencias a ello en el artículo de Ph. Delhaye, Naturrecht, en: LThK2 VII 821-825. Digno de notarse es el concepto de derecho natural que aparece al principio del Decretum gratiani: Humanum genus duobus regitur, naturali videlicit iure, et moribus. Ius naturale est, quod in lege et Evangelio continetur, quo quisque iubetur, alii facere, quod sibi vult fieri, et prohibetur, alii inferre, quod sibi nolit fieri (el género humano se rige por dos cosas, a saber, el derecho natural y las costumbres. Derecho natural es el que se contiene en la ley y el Evangelio, por el que se manda a cada cual no hacer a otro sino lo que quiere que se le haga a él, y se le prohíbe infligir a otro aquello que no quiere que se le haga a él).

4) Es lo que he tratado de exponer en el libro mío que he mencionado en la nota 2: Glaube –Wahrheit –Toleranz; cfr. también M. Fiedrowicz, Apologie im frühen Christentum, seg. edición, Paderborn 2002.

5) K. Hübner, Das Christentum im Wettstreit der Religiones, Tubinga 2003, 148.

martes, 22 de agosto de 2006

Propuesta de las Organizaciones Indígenas, Originarias, Campesinas y de Colonizadores hacia la Asamblea Constituyente -- BOLIVIA

Sucre, 5 de agosto de 2006


Señores
Miembros de la Asamblea Constituyente
Presente.-

De nuestra mayor consideración:

La organizaciones indígenas, originarias, campesinas y de colonizadores de Bolivia reunidos en ASAMBLEA NACIONAL concluimos la elaboración y la consensuación de la propuesta para la nueva Constitución Política del Estado para su consideración en la Asamblea Constituyente.

En ella expresamos los planteamientos centrales y nuestra visión sobre la construcción de un nuevo país para todos.

Estamos seguros que esta propuesta tiene su respaldo; nosotros mantendremos una vigilancia y movilización permanente para que nuestros planteamientos se incluyan en el nuevo texto de la carta magna de Bolivia.

Reiterando nuestros saludos, nos despedimos hasta la próxima oportunidad.

Atentamente,

Propuesta de las Organizaciones Indígenas, Originarias, Campesinas y de Colonizadores hacia la Asamblea Constituyente
Sucre, 5 de agosto de 2006
PRESENTACIÓN

El 13 de mayo de 2002 marca un hito histórico en el país cuando los excluidos de siempre iniciamos una marcha inmemorable desde la ciudad de Santa Cruz hacia La Paz, sede de gobierno, con una demanda que no sólo interesaba a los campesinos indígenas originarios sino a toda la población del país: la convocatoria a la ASAMBLEA CONSTITUYENTE para refundar Bolivia.
En este marco, de manera sectorial las organizaciones campesinas, indígenas, originarias y de colonizadores de Bolivia empezamos procesos de elaboración colectiva de propuestas para una nueva Constitución Política del Estado, que incluya nuestros derechos y nuestra visión para la construcción de un nuevo país.
A partir de la aprobación y promulgación de la Ley Especial de Convocatoria a la Asamblea Constituyente, en el mes de marzo de 2006, comenzamos de manera intensa un proceso de convergencia entre las organizaciones campesinas, indígenas, originarias y de colonizadores para construir de manera colectiva una sola propuesta de consenso. Con este fin, desde el mes de abril, hemos realizado una serie de encuentros nacionales, en Cochabamba, Santa Cruz y La Paz, que culmina en una gran Asamblea Nacional, en la ciudad de Sucre, celebrada entre el 3 y 5 de agosto del presente año .
La unidad del movimiento campesino, indígena, originario y de colonizadores es nuestro pilar fundamental para mostrarle al país que nuestra presencia es innegable e importante en el tratamiento de los grandes temas nacionales.
En este documento presentamos la “PROPUESTA PARA LA NUEVA CONSTITUCION POLITICA DEL ESTADO” de las Organizaciones Indígenas, Originarias, Campesinas y de Colonizadores aprobada por Consenso en la gran Asamblea Nacional y que es entregada hoy, 5 de agosto de 2006 como mandato a nuestros Constituyentes, y presentada para el debate a la Asamblea Constituyente, al gobierno nacional y al pueblo boliviano. Convocamos a que otras organizaciones sociales se sumen a esta propuesta para la construcción de un Estado Plurinacional Unitario.
Nuestra tarea no ha concluido, el reto ahora es enriquecer nuestra propuesta en el debate, generar alianzas con organizaciones sociales de los sectores urbanos y rurales; ejercer el derecho a la participación, vigilancia y movilización social en la búsqueda del bienestar general y una convivencia pacífica y solidaria entre todos los bolivianos y bolivianas.
El presente texto está organizado de la siguiente manera:
- ¿Qué es un Estado Plurinacional?
- Capítulo I: Modelo de Estado
- Capítulo II: Ordenamiento Territorial y Autonomías
- Capítulo III: Régimen de Tierra y Territorio
- Capítulo IV: Régimen Económico
- Capítulo V: Régimen Social
- Capítulo VI: Derechos, Deberes y Garantías
Sucre, 5 de agosto de 2006
Por las organizaciones :
- Confederación Sindical Única de Trabajadores Campesinos de Bolivia - CSUTCB
- Confederación de Pueblos Indígenas de Bolivia - CIDOB
- Confederación Sindical de Colonizadores de Bolivia - CSCB
- Federación Nacional de Mujeres Campesinas de Bolivia, “Bartolina Sisa” - FNMCB-BS
- Consejo Nacional de Ayllus y Markas del Qullasuyu - CONAMAQ
- Coordinadora de Pueblos Étnicos de Santa Cruz – CPESC
- Movimiento Sin Tierra de Bolivia - MST
- Asamblea del Pueblo Guaraní – APG
- Confederación de Pueblos Étnicos Moxeños de Beni – CPEMB
¿Qué es un Estado Plurinacional?
Las naciones y pueblos indígenas originarios y campesinos hoy tenemos el desafío de participar en la refundación de Bolivia, construyendo un nuevo país fundamentado en los pueblos como sujetos colectivos, hacia la construcción de un Estado Plurinacional, que trascienda el modelo de Estado liberal y monocultural cimentado en el ciudadano individual.
Bolivia, como los demás Estados de América Latina, ha construido un modelo liberal caracterizado por la imposición de la cultura occidental que ha marginado y debilitado nuestras culturas originarias y nuestros sistemas políticos y jurídicos. La división político administrativa ha impuesto fronteras que han roto las unidades territoriales tradicionales, resquebrajando la autonomía y control sobre la tierra y recursos naturales. Se ha impuesto un sistema jurídico uniforme, modelos de gobierno y administración de justicia ajenos, que favorecen los intereses del mercado y priva a los pueblos de sus medios de subsistencia, y por lo tanto deteriora nuestra calidad de vida. Pero a pesar de siglos de imposición hemos resistido y mantenido nuestras identidades, por eso en Bolivia hoy habitamos diversas naciones, pueblos y culturas con derecho a una convivencia solidaria y pacífica, por eso proponemos fundar un Estado Plurinacional Unitario.
Entendemos que el Estado Plurinacional es un modelo de organización política para la descolonización de nuestras naciones y pueblos, reafirmando, recuperando y fortaleciendo nuestra autonomía territorial, para alcanzar la vida plena, para vivir bien, con una visión solidaria, de esta manera ser los motores de la unidad y el bienestar social de todos los bolivianos, garantizando el ejercicio pleno de todos los derechos.
Para la construcción y consolidación del Estado Plurinacional son fundamentales los principios de pluralismo jurídico , unidad, complementariedad, reciprocidad equidad, solidaridad y el principio moral y ético de terminar con todo tipo de corrupción.
Nuestra decisión de construir el Estado Plurinacional basado en las autonomías indígenas, originarias y campesinas, debe ser entendida como un camino hacia nuestra autodeterminación como naciones y pueblos, para definir nuestras políticas comunitarias, sistemas sociales, económicos, políticos y jurídicos, y en este marco reafirmar nuestras estructuras de gobierno, elección de autoridades y administración de justicia, con respeto a formas de vida diferenciadas en el uso del espacio y el territorio.
Jurídicamente nuestra propuesta se fundamenta en los derechos colectivos consagrados en Tratados Internacionales de Derechos Humanos, como el Convenio 169 de la OIT . Es de especial importancia nuestro derecho a la tierra y los recursos naturales: buscamos poner fin al latifundio y a la concentración de la tierra en pocas manos, y al monopolio de los recursos naturales en beneficio de intereses privados.
La estructura del nuevo modelo de Estado Plurinacional implica que los poderes públicos tengan una representación directa de los pueblos y naciones indígenas originarias y campesinas, según usos y costumbres, y de la ciudadanía a través del voto universal. Asimismo tendrá que determinarse la forma como se articularán los distintos niveles de la administración pública y las autonomías territoriales.

Descargar todo el texto
Sucre, 5 de agosto de 2006


Señores
Miembros de la Asamblea Constituyente
Presente.-


De nuestra mayor consideración:

La organizaciones indígenas, originarias, campesinas y de colonizadores de Bolivia reunidos en ASAMBLEA NACIONAL concluimos la elaboración y la consensuación de la propuesta para la nueva Constitución Política del Estado para su consideración en la Asamblea Constituyente.

En ella expresamos los planteamientos centrales y nuestra visión sobre la construcción de un nuevo país para todos.

Estamos seguros que esta propuesta tiene su respaldo; nosotros mantendremos una vigilancia y movilización permanente para que nuestros planteamientos se incluyan en el nuevo texto de la carta magna de Bolivia.

Reiterando nuestros saludos, nos despedimos hasta la próxima oportunidad.

Atentamente,

Propuesta de las Organizaciones Indígenas, Originarias, Campesinas y de Colonizadores hacia la Asamblea Constituyente
Sucre, 5 de agosto de 2006
PRESENTACIÓN

El 13 de mayo de 2002 marca un hito histórico en el país cuando los excluidos de siempre iniciamos una marcha inmemorable desde la ciudad de Santa Cruz hacia La Paz, sede de gobierno, con una demanda que no sólo interesaba a los campesinos indígenas originarios sino a toda la población del país: la convocatoria a la ASAMBLEA CONSTITUYENTE para refundar Bolivia.
En este marco, de manera sectorial las organizaciones campesinas, indígenas, originarias y de colonizadores de Bolivia empezamos procesos de elaboración colectiva de propuestas para una nueva Constitución Política del Estado, que incluya nuestros derechos y nuestra visión para la construcción de un nuevo país.
A partir de la aprobación y promulgación de la Ley Especial de Convocatoria a la Asamblea Constituyente, en el mes de marzo de 2006, comenzamos de manera intensa un proceso de convergencia entre las organizaciones campesinas, indígenas, originarias y de colonizadores para construir de manera colectiva una sola propuesta de consenso. Con este fin, desde el mes de abril, hemos realizado una serie de encuentros nacionales, en Cochabamba, Santa Cruz y La Paz, que culmina en una gran Asamblea Nacional, en la ciudad de Sucre, celebrada entre el 3 y 5 de agosto del presente año .
La unidad del movimiento campesino, indígena, originario y de colonizadores es nuestro pilar fundamental para mostrarle al país que nuestra presencia es innegable e importante en el tratamiento de los grandes temas nacionales.
En este documento presentamos la “PROPUESTA PARA LA NUEVA CONSTITUCION POLITICA DEL ESTADO” de las Organizaciones Indígenas, Originarias, Campesinas y de Colonizadores aprobada por Consenso en la gran Asamblea Nacional y que es entregada hoy, 5 de agosto de 2006 como mandato a nuestros Constituyentes, y presentada para el debate a la Asamblea Constituyente, al gobierno nacional y al pueblo boliviano. Convocamos a que otras organizaciones sociales se sumen a esta propuesta para la construcción de un Estado Plurinacional Unitario.
Nuestra tarea no ha concluido, el reto ahora es enriquecer nuestra propuesta en el debate, generar alianzas con organizaciones sociales de los sectores urbanos y rurales; ejercer el derecho a la participación, vigilancia y movilización social en la búsqueda del bienestar general y una convivencia pacífica y solidaria entre todos los bolivianos y bolivianas.
El presente texto está organizado de la siguiente manera:
- ¿Qué es un Estado Plurinacional?
- Capítulo I: Modelo de Estado
- Capítulo II: Ordenamiento Territorial y Autonomías
- Capítulo III: Régimen de Tierra y Territorio
- Capítulo IV: Régimen Económico
- Capítulo V: Régimen Social
- Capítulo VI: Derechos, Deberes y Garantías
Sucre, 5 de agosto de 2006
Por las organizaciones :
- Confederación Sindical Única de Trabajadores Campesinos de Bolivia - CSUTCB
- Confederación de Pueblos Indígenas de Bolivia - CIDOB
- Confederación Sindical de Colonizadores de Bolivia - CSCB
- Federación Nacional de Mujeres Campesinas de Bolivia, “Bartolina Sisa” - FNMCB-BS
- Consejo Nacional de Ayllus y Markas del Qullasuyu - CONAMAQ
- Coordinadora de Pueblos Étnicos de Santa Cruz – CPESC
- Movimiento Sin Tierra de Bolivia - MST
- Asamblea del Pueblo Guaraní – APG
- Confederación de Pueblos Étnicos Moxeños de Beni – CPEMB

¿Qué es un Estado Plurinacional?
Las naciones y pueblos indígenas originarios y campesinos hoy tenemos el desafío de participar en la refundación de Bolivia, construyendo un nuevo país fundamentado en los pueblos como sujetos colectivos, hacia la construcción de un Estado Plurinacional, que trascienda el modelo de Estado liberal y monocultural cimentado en el ciudadano individual.
Bolivia, como los demás Estados de América Latina, ha construido un modelo liberal caracterizado por la imposición de la cultura occidental que ha marginado y debilitado nuestras culturas originarias y nuestros sistemas políticos y jurídicos. La división político administrativa ha impuesto fronteras que han roto las unidades territoriales tradicionales, resquebrajando la autonomía y control sobre la tierra y recursos naturales. Se ha impuesto un sistema jurídico uniforme, modelos de gobierno y administración de justicia ajenos, que favorecen los intereses del mercado y priva a los pueblos de sus medios de subsistencia, y por lo tanto deteriora nuestra calidad de vida. Pero a pesar de siglos de imposición hemos resistido y mantenido nuestras identidades, por eso en Bolivia hoy habitamos diversas naciones, pueblos y culturas con derecho a una convivencia solidaria y pacífica, por eso proponemos fundar un Estado Plurinacional Unitario.
Entendemos que el Estado Plurinacional es un modelo de organización política para la descolonización de nuestras naciones y pueblos, reafirmando, recuperando y fortaleciendo nuestra autonomía territorial, para alcanzar la vida plena, para vivir bien, con una visión solidaria, de esta manera ser los motores de la unidad y el bienestar social de todos los bolivianos, garantizando el ejercicio pleno de todos los derechos.
Para la construcción y consolidación del Estado Plurinacional son fundamentales los principios de pluralismo jurídico , unidad, complementariedad, reciprocidad equidad, solidaridad y el principio moral y ético de terminar con todo tipo de corrupción.
Nuestra decisión de construir el Estado Plurinacional basado en las autonomías indígenas, originarias y campesinas, debe ser entendida como un camino hacia nuestra autodeterminación como naciones y pueblos, para definir nuestras políticas comunitarias, sistemas sociales, económicos, políticos y jurídicos, y en este marco reafirmar nuestras estructuras de gobierno, elección de autoridades y administración de justicia, con respeto a formas de vida diferenciadas en el uso del espacio y el territorio.
Jurídicamente nuestra propuesta se fundamenta en los derechos colectivos consagrados en Tratados Internacionales de Derechos Humanos, como el Convenio 169 de la OIT . Es de especial importancia nuestro derecho a la tierra y los recursos naturales: buscamos poner fin al latifundio y a la concentración de la tierra en pocas manos, y al monopolio de los recursos naturales en beneficio de intereses privados.
La estructura del nuevo modelo de Estado Plurinacional implica que los poderes públicos tengan una representación directa de los pueblos y naciones indígenas originarias y campesinas, según usos y costumbres, y de la ciudadanía a través del voto universal. Asimismo tendrá que determinarse la forma como se articularán los distintos niveles de la administración pública y las autonomías territoriales.

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Argentina: Llamado de Blumberg a la seguridad, insegura -- Adolfo Pérez Esquivel

- - - Servicio Informativo "Alai-amlatina" - - -


Argentina: Llamado de Blumberg a la seguridad, insegura

Adolfo Pérez Esquivel

Blumberg y sus aliados han convocado a una marcha por la seguridad, para
el día 31 de agosto. Su reclamo consiste en pedir una policía unificada
a nivel nacional, bajar la edad de imputabilidad de los menores. Dice
que “la marcha será apolítica” y que “no pueden permitir que los menores
sigan asesinando gente”. Otro de los reclamos es el juicio por jurados.

Evidentemente busca soluciones por el camino de la fuerza y lograr que
se sancione en el Congreso una ley para penalizar a los menores, porque
según el ingeniero, “hay que impedir que maten gente”. Podemos
comprender y acompañar ya que ha sufrido una dura experiencia personal
dolorosa como es la pérdida de un hijo, pero hay que tener cuidado de no
generalizar.

Hay organizaciones de familiares víctimas de la violencia social como
AVISE, que reclaman Verdad y Justicia, juicio y castigo a los
responsables, pero lo hacen dentro del marco de la ley y el derecho. Las
leyes vigentes en el país son buenas, lo que falta es aplicarlas
correctamente.

Otro de los problemas planteados por Blumberg, es que según su entender,
los menores matan. Es correcta hasta cierto punto su afirmación, pero
debe entenderse que la pobreza no es un delito, los chicos y chicas en
situación de riesgo social no son delincuentes, son víctimas de una
sociedad injusta y sufren la marginación y la represión.

Es cierto que ha aumentado la inseguridad social, pero no se soluciona
con medidas represivas, poniendo más policías. Ya han intentado bajar la
edad de imputabilidad de los menores, pero quiero recordar que existen
leyes y resoluciones internacionales, como la Convención de la infancia
de las Naciones Unidas que los países miembros tienen la obligación de
respetar y hacer respetar.

Blumberg ha equivocado el camino. Y es peligroso pensar que aplicando la
mano dura resolverá los problemas sociales. Son medidas que llevan al
totalitarismo y al facismo, generando y aumentando el miedo, el
sometimiento y las violaciones de los derechos humanos. Estos planteos
buscan aparentemente mayor seguridad pero generan mayor inseguridad.

La alternativa para superar la violencia y la inseguridad pasa por
generar los espacios de acción social superadores de la pobreza, y
proponer planes educativos y la participación de los jóvenes en la
sociedad.

Muchas de esas políticas están en marcha. El Ministerio de Educación
lleva adelante planes de alfabetización a nivel nacional, el Ministerio
de Desarrollo Social y el de Salud, han implementado planes de
asistencia y promoción humana, muchos municipios llevan adelante
programas de asistencia a la minoridad, atendiendo la salud, educación y
el derecho a una vida digna.

Organismos de derechos humanos y sociales comprometidos con el trabajo
legal y social con menores en riesgo social, vienen desarrollando
planes, programas y proponiendo políticas, a nivel nacional y local.

Hacer creer que la seguridad se logra con mayor represión y sanciones
contra sectores de la población, contra los mal llamados chicos de la
calle, como Blumberg lo ha señalado en su oportunidad, es no querer o no
comprender la situación social.

Sería bueno que toda esa energía puesta en buscar mecanismos de una
seguridad cada vez más insegura que lleva a propuestas represivas y a la
pérdida de los derechos, las use correctamente para impulsar políticas
sociales en bien de todos. Y para ayudar a los más desprotegidos y no
marginarlos, porque tienen los mismos derechos que todo ciudadano.

Y otra cosa que es necesario tener presente es la decisión política del
gobierno nacional y de algunas provincias, no todas, de fortalecer las
instituciones de las fuerzas de seguridad y el rol que éstas deben
cumplir. Debemos recordar que en sus orígenes las fuerzas de seguridad,
fueron constituidas como fuerzas de prevención y seguridad social;
lamentablemente políticas como las que propone Blumberg, es hacer que
continúen actuando como fuerzas de represión, que rechazamos rotundamente.

Vemos que también en las fuerzas de seguridad comienza a comprenderse
esta diferencia y esperamos que, como instituciones al servicio del
pueblo, puedan cumplir sus obligaciones en defensa de la vida, la
dignidad de la persona y el pueblo. Hay signos esperanzadores en esa
dirección que hay que profundizar.

La democracia y los derechos humanos son valores indivisibles y son
espacios a construir ciudadanía con el esfuerzo de todos.

Que la marcha del 31 sea “apolítica”, no se lo cree ni el mismo Blumberg.

Venimos de experiencias muy duras para restablecer el Estado de Derecho
en el país y el respeto a los derechos humanos. Hemos aprendido que nada
es aséptico, la marcha tiene objetivos políticos de establecer espacios
en que la seguridad que proponen es el autoritarismo y no el derecho;
que la policía de “mano dura” reprima y que los jueces juzguen a los
pobres como delincuentes.

Ya conocemos esos mecanismos que buscaron imponer Patti, Bussi, Rico y
los personeros de la dictadura militar. Eso no resuelve el grave
problema que vive el país, heredado de gobiernos incapaces y del saqueo
a que fue sometido.

Es necesario hacer memoria. No es porque sí nomás, que tenemos cerca de
10 millones de personas en situación de pobreza, que mueran niños de
hambre y enfermedades evitables, que haya aumentado el analfabetismo.
Esa es la inseguridad que hoy sufre el país.

Es necesario construir los espacios que garanticen la seguridad social.
Se necesita de un debate nacional para analizar el camino a recorrer y
aportar a la vida y seguridad de nuestro pueblo. Con la represión nada
se construye.

Cada uno debe decidir que hacer. Y quienes participen de la marcha el
día 31deben tener claro los objetivos, analizar que es lo mejor para el
país para no ser sorprendidos en su buena fe.


_____________________________________________
Servicio Informativo "Alai-amlatina"
Agencia Latinoamericana de Informacion - ALAI
info@alainet.org
http://alainet.org

XVI Conferencia Internacional sobre el Sida: -- AMNISTÍA INTERNACIONAL

MNISTÍA INTERNACIONAL

Declaración Pública

Índice AI: POL 30/037/2006 (Público)
Servicio de Noticias: 217/06
18 de agosto de 2006
http://web.amnesty.org/library/Index/ESLPOL300372006

XVI Conferencia Internacional sobre el Sida:
Es tiempo de cumplir con los derechos humanos y el VIH/sida


Cuando la XVI Conferencia Internacional sobre el Sida celebrada en Toronto
toca a su fin, Amnistía Internacional emite un llamamiento urgente a los
gobiernos y a la comunidad internacional para que sitúen los derechos humanos
en el centro de las respuestas al VIH/sida.

Después de 25 años de epidemia, no se puede seguir pasando por alto durante
más tiempo la necesidad de enfoques del VIH/sida basados en los derechos
humanos. Los debates que han tenido lugar durante la conferencia –cuyo lema
era “Es tiempo de cumplir”– han puesto de relieve hasta qué punto los
enfoques de derechos humanos son inseparables del éxito de las políticas de
salud públicas. Amnistía Internacional y otras entidades defensoras de los
derechos humanos han llamado la atención sobre ciertas áreas en las que el
incumplimiento por parte de los gobiernos de sus compromisos en materia de
derechos humanos está socavando la eficacia de las respuestas a la pandemia.
Estas áreas incluyen:

Pruebas de VIH. La presión para ampliar las pruebas corre el riesgo de eludir
principios consolidados en relación con el consentimiento informado, el
asesoramiento y la confidencialidad. Aunque muchos proveedores de servicios
apoyan el carácter voluntario del asesoramiento y de las pruebas, algunos
responsables políticos y profesionales de la salud influyentes, entre ellos
representantes gubernamentales y profesionales de la práctica médica,
promueven enfoques que pueden privar a las personas del derecho a tomar su
propia decisión informada. Es necesario extender las pruebas del VIH para
lograr el acceso universal a tratamiento, atención y apoyo para todas las
personas y para contribuir a estrategias de prevención más eficaces. La
ampliación de las pruebas del VIH no puede implicar el menoscabo del derecho
de las personas a la confidencialidad, el asesoramiento y el consentimiento
informado. Las decisiones relativas a las pruebas deben seguir potestad
exclusiva de la persona afectada.

Derechos de las mujeres. La ausencia de empoderamiento social, sexual y
político de las mujeres y la falta de acceso de éstas a los recursos
económicos aumenta la vulnerabilidad de las mujeres al VIH. La violencia por
motivos de género, tanto en el ámbito familiar, en la comunidad y en los
conflictos armados como a manos del Estado, es una pandemia estrechamente
relacionada que incrementa el riesgo de las mujeres a la infección del VIH.
Para abordar con eficacia el VIH/sida, es preciso respetar, proteger y
realizar los derechos de las mujeres, a fin de permitirles protegerse del
riesgo de infección del VIH y fortalecer su capacidad para decidir libremente
sobre asuntos relativos a su sexualidad sin ser objeto de coacción,
discriminación y violencia.

Infraestructuras de salud. En muchos países, sobre todo en el África
subsahariana, numerosos profesionales de la salud mueren a causa del sida o
abandonan su país en busca de mejores oportunidades en el extranjero. La
ampliación de las pruebas y del tratamiento requerirá la mejora de la
formación de los profesionales de la salud y la intensificación de su
compromiso. Los gobiernos deben aplicar estrategias que garanticen el derecho
a la salud de su población manteniendo un sector de la salud competente y
dotado de personal adecuado.

Marginación social. Las personas que ejercen el sexo como profesión, las que
se inyectan drogas, la población reclusa y los hombres que mantienen
relaciones sexuales con hombres siguen haciendo sufriendo exclusión,
discriminación y criminalización, así como a falta de acceso a las condiciones
que permiten a las personas protegerse de la infección de VIH. Es necesario
hacer más para garantizar el acceso pleno de todas las personas a las
herramientas de prevención y a los tratamientos actualmente disponibles. Las
niñas y los niños huérfanos necesitan el compromiso de los gobiernos de
garantizar su educación, seguridad y acceso a los servicios de salud.

Cuando más de 30.000 delegados regresan a sus respectivos países desde Toronto
para llevar a la práctica los conocimientos adquiridos, la necesidad de que la
política de salud pública se inspire en enfoques basados en los derechos
humanos es más evidente que nunca. Sólo el respeto de los derechos humanos
podrá garantizar el éxito de una ampliación equitativa del acceso universal a
tratamiento, atención y prevención.

PLAN DE DESARROLLO FRONTERIZO BOLIVIA-ARGENTINA

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PLAN DE DESARROLLO FRONTERIZO BOLIVIA-ARGENTINA

“Vamos al acuerdo de largo plazo con asuntos accesorios”
Horacio Macedo, embajador de Argentina en Bolivia, sostiene con varios casos que este es el mejor momento de la relación diplomática entre ambos países.
¿Cómo están las relaciones entre Bolivia y Argentina?
Sin duda se encuentran en el momento más importante. Digo que es el mejor momento porque tenemos ya claramente definidas las pautas sobre las que se vienen desarrollando las relaciones bilaterales. Debo destacar los avances en el plan de desarrollo fronterizo y los beneficios que traerá para la gente que vive a ambos lados de la frontera. Advertimos que la relación fronteriza va a tener una intensidad importantísima.

¿En qué consiste el plan de desarrollo fronterizo?
Este plan de desarrollo fronterizo comprende los pasos integrados de frontera. Es decir que la gente tenga la posibilidad de llegar a una oficina en frontera, entrar por la puerta y adentro encontrarse con los funcionarios de aduana, migraciones y gendarmería de la Argentina compartiendo el mismo edificio con la Policía boliviana, con Aduana y Migración de Bolivia. Un solo trámite sale por la otra puerta y se acabó el trámite fronterizo. Es decir, achicar el tiempo de espera en frontera.

En segundo lugar está la construcción de los pasos fronterizos. La Argentina se va a hacer cargo de la construcción del paso fronterizo Salvador Mazza-Yacuiba, Aguas Blancas-Bermejo y otro ansiado paso, La Quiaca-Villazón.

Otro tema fundamental son los aeropuertos binacionales. Nosotros queremos dar uso binacional de aeropuertos. Bolivia en Villazón no tiene aeropuerto pavimentado, Argentina en La Quiaca tiene un aeropuerto a 3.900 metros de altura con casi cuatro kilómetros de extensión que no se usan.

¿Esto quiere decir que Bolivia podría utilizar el aeropuerto de La Quiaca?
Exactamente. Por otra parte, Salvador Mazza no tiene aeropuerto y Yacuiba tiene un hermoso aeropuerto que no se usa por líneas regulares. ¿Qué estamos pretendiendo hacer?, uso binacional de los aeropuertos de La Quiaca y de Yacuiba.

Un tercer tema muy importante es el acuerdo estratégico en materia de energía. Estamos atrás de un acuerdo energético a largo plazo con cuestiones accesorias. Como contraparte de esto, la Argentina y la provincia de Jujuy han dispuesto que ya, en un mes más, se licita el gasoducto desde Miraflores-Abra Pampa hasta la frontera con Bolivia. Este gasoducto nace en la provincia de Jujuy y que va a unir las ciudades de Abra Pampa y Jujuy con La Quiaca, en la frontera con Bolivia. Vamos a gasificar la ciudad de La Quiaca.

¿Qué capacidad tendrá este gasoducto argentino?
La decisión de nuestro presidente es que este gasoducto llegue a frontera con seis pulgadas de diámetro y cien barios de presión para cumplir con la declaración de Sucre, el 2004, y llegar con gas a Tupiza. Entonces, la Argentina tendría la posibilidad de proveer de gas al sur de Bolivia, ya sea con gas argentino o que Bolivia envíe por nuestro gasoducto el gas a Tupiza.

¿En qué quedaron los planes de construcción de la planta de separación de líquidos y la planta de úrea?
La planta de separación de líquidos se construirá en Bolivia, al igual que la planta de úrea. En este último caso, por ejemplo hay 400.000 hectáreas en el noreste argentino que necesitan de ese producto que hoy nosotros compramos de 2.500 kilómetros al sur de donde se produce.

¿Cuándo se inicia la construcción de la planta separadora de líquidos?
El gasoducto GNA tiene como contraparte la construcción de la planta separadora de líquidos y la posibilidad de que Argentina contribuya buscando financiamiento para colaborar con Bolivia en la industrialización de su propio gas natural.

¿Cuándo se licita el gasoducto del noreste argentino?
Hemos firmado el acuerdo marco que el GNA del Noreste Argentino que necesita como contrapartida que se avance en la planta separadora de líquidos para importar gas seco. Mientras que el gasoducto que va a vincular Jujuy con Villazón será licitado en un mes.

Argentina va a pagar cinco dólares por el gas hasta diciembre, ¿y después qué pasa?
Después va a haber una fórmula que tiene que elaborarse entre ambos países, para que así en adelante el precio sea determinado por una ecuación matemática.

¿Cómo aceptó Argentina pagar más por el gas boliviano?
Es una cuestión técnica que excede el marco de mi competencia. Bolivia hizo una oferta que superaba el precio ahora establecido ($us 5). Argentina tuvo sus razones, hubo un momento de discusión, como en todas estas negociaciones y se logró un precio consensuado entre ambos.
Antes de junio, la negociación era de las empresas privadas, donde YPFB determinaba el precio conveniente para los fines fiscales. Era una negociación de empresas vinculadas, que están a los dos lados de la frontera y YPFB hacía de homologador. Ahora viene el viejo contrato de país a país donde los actores son YPFB, de Bolivia, y Enarsa, de Argentina.

¿El tema migratorio también está en los acuerdos?
En Argentina viven muchos bolivianos. El programa Patria Grande, iniciado por la Argentina, permitió dar una flexibilidad enorme y legalizar la situación de los bolivianos. Además, el presidente Morales redujo de 25 a 3 dólares el costo del papeleo en el consulado y permitió que hoy se normalice y legalice la situación de los bolivianos en Argentina. Ahora no existe ningún motivo para no estar con los papeles en regla.

¿Qué planes tienen YPFB y Enarsa?
Entre 18 y 20 proyectos en distintas áreas, desde la posibilidad de hacer exploración juntos en Bolivia hasta hacer un proceso de industrialización de su propio gas.

Fuente:

La Razón

“ Antes las empresas petroleras decidían el precio del gas. Ahora los gobiernos son los que negocian y deciden. ”

New American Century" Lives On -- Tom Barry

Overview

The Project for the New American Century (PNAC) was established in spring 1997. The nonprofit organization declared that its goal was “to promote American global leadership.” PNAC, which has been inactive since late 2005, was an initiative of the New Citizenship Project, whose chairman is William Kristol. PNAC described itself as a “nonprofit educational organization supporting American military, diplomatic, and moral leadership.”

PNAC's board of directors had the following members, as listed on its website as of May 26, 2006: William Kristol (chairman), Robert Kagan, Bruce Jackson, Mark Gerson, and Randy Scheunemann. Staff members: Ellen Bork (acting executive director), Gary Schmitt (senior fellow), Thomas Donnelly (senior fellow), Reuel Gerecht (director of the Middle East Initiative), Timothy Lehmann, (assistant director), and Michael Goldfarb (research associate). 1

PNAC's 1997 “Statement of Principles” set forth a new agenda for foreign and military policy that William Kristol and Robert Kagan described as “neo-Reaganite.” Signatories of this charter document said that they aimed “to make the case and rally support for American global leadership.” 2 Excerpts from the statement follow:

“We seem to have forgotten the essential elements of the Reagan administration's success: a military that is strong and ready to meet both present and future challenges; a foreign policy that boldly and purposefully promotes American principles abroad; and national leadership that accepts the U.S. global responsibilities.

“Of course, the United States must be prudent in how it exercises its power. But we cannot safely avoid the responsibilities of global leadership or the costs that are associated with its exercise. America has a vital role in maintaining peace and security in Europe, Asia, and the Middle East. If we shirk our responsibilities, we invite challenges to our fundamental interests. The history of the 20th century should have taught us that it is important to shape circumstances before crises emerge, and to meet threats before they become dire. The history of this century should have taught us to embrace the cause of American leadership.

“Such a Reaganite policy of military strength and moral clarity may not be fashionable today. But it is necessary if the United States is to build on the successes of this past century and to ensure our security and our greatness in the next.”

History and Impact

From an office in the same building that houses the American Enterprise Institute (AEI) in downtown Washington and with funding from the Bradley Foundation, in 1993 William Kristol established the Project for the Republican Future in anticipation of the 1994 congressional elections. Following the resounding victory of right-wing Republicans, in 1995 he founded the Weekly Standard in the vacated offices of his Project for the Republican Future. In 1996, Kristol and Robert Kagan established PNAC, whose offices are also located in the AEI building and which is also generously supported by the Bradley Foundation. 3

By the time Kristol and Kagan organized PNAC, the widespread conservative frustration at having to endure another four years of Clinton liberals had largely papered over the conservative rift of the late 1980s. Newt Gingrich's “Contract with America” played a key role in unifying conservatives around an almost exclusively domestic agenda of big-government bashing, glorifying traditional family values, and attacking secular humanism. The domestic side of a reinvigorated right wing was coming together nicely in the 1990s, as seen in the winning role played by the Contract with America in ushering in a Republican majority in both houses of Congress under the Clinton presidency.

The right, however, had not recovered from the loss of its chief mobilizing principle: militant anticommunism. Central to the right's role in winning the White House for Ronald Reagan in 1980 was the fusion of three core conservative constituencies: social conservatives, economic libertarians, and national security militarists. In the late 1970s, neoconservatives played a strategic role in engineering this right-wing fusion, providing many of the key intellectual and ideological frameworks for the right wing's expanding counter-establishment and for the right-wing populists.

If they were to reprise this same unifying role in the late 1990s, the neocons knew that the old political messages daring the Democrats to associate themselves with the “L” word of liberalism would no longer suffice. Positioning themselves as New Democrats, Bill Clinton and Al Gore had stolen the neoconservative thunder on free market and big government issues.

To resurrect a right-wing populist movement, the challenge became creating a “neo-Reaganite” agenda—one that would appeal to the same “moral majority” citizens who were still fighting the backlash cultural wars against multiculturalism and the counterculture of the 1960s, citizens who responded to messages about moral clarity and America's mission, and whose sense of patriotism and nationalism could again be rallied to support increased military spending and interventionism abroad. Collectively, the neoconservatives, the Republican Party's hawks, and the social conservatives aimed to awaken America from its slumber to wage the good fight against the forces of evil that were gathering round the world. PNAC's founding statement in 1997 crystallized this new sense of American power and moral mission.

Liberals and progressives might regard PNAC's success at setting a new foreign policy agenda as an example of how the right's unity, messaging skills, networking, and focused political agenda of its small circle of foundations have enabled it to affect radical political change. Recalling the group's origins, PNAC Executive Director Gary Schmitt told a different story: “It is actually just the opposite. We started up precisely because the right was so divided—between the realists and the neo-isolationists.” According to Schmitt, “What we thought was that a tradition that was both more American and more particularly Reaganite had been dropped from the agenda.” 4

That agenda—one of U.S. moral clarity and the exercise of American power against evil—was articulated in 1996 by Kristol and Kagan in their Foreign Affairs essay on creating a neo-Reaganite foreign policy agenda. 5 PNAC, said Schmitt, was the result of Kristol and Kagan's decision to institutionalize their vision.

PNAC struck a discordant note in the dominant political discourse. At a time when most pundits and politicians were caught up in national debates about the price of prescription drugs, the future of social security, and the impact of globalization, PNAC warned of “present dangers” to U.S. national security.

On the whole, however, PNAC's associates, many of whom joined the George W. Bush administration, were hopeful. If conservatives continued to resist “isolationist impulses from within their own ranks” and if a new government adopted the history-tested principle of “peace through strength,” the “greatness” of the United States would be ensured in the next century. If the American people were to again embrace “a Reaganite policy of military strength and moral clarity,” they could look forward to a New American Century. 6

The rhetoric, political tactics, and assumptions about America's moral mission articulated by PNAC all had deep historical resonance. The three signature features of PNAC—the coalition-building to confront the “present danger,” the vision of a planetary Pax Americana, and the laying of nationalist claim to an entire century—were echoes of former visionaries, statesmen, and political leaders.

In raising the alarm about the present danger, PNAC sounded a traditional refrain of post-World War II militarists and internationalists. Since the late 1940s, factions of the U.S. foreign policy elite have stoked the patriotism and paranoia of Americans with warnings about the “present danger” the United States faces if lulled to sleep by dovish political and economic elites. For hawks and ideologues, the term “present danger,” along with the phrase “peace through strength,” has been the recurring rallying cry of those who argue for a more aggressive national security strategy.

In the advent of the 2000 presidential election, PNAC founders Kristol and Kagan, in their edited volume Present Dangers, invoked the words of the Henry Robinson Luce, who before the United States entered World War II predicted that the 20th century could be the “American Century,” if it created “an international moral order.” 7 The combination of military strength, “a vital international economic order” established by the United States, and foreign policy guided by America's God-ordained moral mission would, according to Luce, ensure American supremacy and international peace. 8

PNAC Letters and Statements (1998-2003)

Following its Statement of Principles, PNAC organized several reports and sign-on letters critical of the Clinton administration's foreign and military policy. These letters paralleled initiatives by the Republican majority in Congress to pressure Clinton to increase the military budget, implement a missile defense system, and switch to a more confrontational foreign policy that targeted rogue states. A January 1998 letter to Clinton contended that the only “acceptable policy” vis-à-vis Iraq was “one that eliminates the possibility that Iraq will be able to use or threaten to use weapons of mass destruction. In the near term, this means a willingness to undertake military action as diplomacy is clearly failing. In the long term, it means removing Saddam Hussein and his regime from power. That now needs to become the aim of American foreign policy.” 9

During Clinton's presidency, PNAC organized two sign-on letters to the president (the second one on Milosevic) and one letter to congressional leaders (on Iraq), and it published one statement (on the “Defense of Taiwan”). 10 In 2000, PNAC also published a book and a report, both of which were designed as blueprints for a new U.S. foreign and military policy. Present Dangers included work from many PNAC associates and other neoconservatives. “Rebuilding America's Defenses,” written largely by PNAC's Thomas Donnelly, offered an agenda for military transformation based on Defense Policy Guidance of 1992, the national security strategy written by Paul Wolfowitz, I. Lewis Libby, and Zalmay Khalilzad under the supervision of then-Defense Secretary Dick Cheney.

The 2000 election of George W. Bush enabled PNAC to advance its agenda for the “New American Century.” Many PNAC principals moved into the Pentagon, vice president's office, and State Department. It was not, however, until after September 11, 2001, that the PNAC agenda was fast-forwarded.

On September 20, 2001, PNAC sent an open letter to Bush that commended his newly declared war on terrorism and urged him not only to target Osama bin Laden but also other “perpetrators,” including Saddam Hussein and Hezbollah. The letter made one of the first arguments for regime change in Iraq as part of the war on terror. According to the PNAC letter, “It may be that the Iraqi government provided assistance in some form to the recent attack on the United States. But even if evidence does not link Iraq directly to the attack, any strategy aiming at the eradication of terrorism and its sponsors must include a determined effort to remove Saddam Hussein from power in Iraq. Failure to undertake such an effort will constitute an early and perhaps decisive surrender in the war on international terrorism.”

The letter also pointed out that to undertake this new war, it would be necessary to inject more money into the U.S. defense budget: “A serious and victorious war on terrorism will require a large increase in defense spending. Fighting this war may well require the United States to engage a well-armed foe, and will also require that we remain capable of defending our interests elsewhere in the world. We urge that there be no hesitation in requesting whatever funds for defense are needed to allow us to win this war.”

Including the first PNAC letter on the war on terrorism, PNAC published four letters to Bush from 2001 to 2003. In April 2002, PNAC sent Bush a letter regarding “Israel and the War on Terrorism,” followed on November 25, 2002, by a letter about Hong Kong, and a January 23, 2003 letter on increasing the military budget. In March 2003, PNAC published two statements on “Post-War Iraq.” 11

Latest from PNAC

The most recent PNAC statement was a January 28, 2005 letter addressed to congressional leaders requesting that they “take the steps necessary to increase substantially the size of the active duty Army and Marine Corps.” It was the judgment of the signatories that an increase of 25,000 troops a year would be necessary to meet what Condoleezza Rice described as the country's “generational commitment” to fighting terrorism in the greater Middle East.

According to the letter, “The administration has been reluctant to adapt to this new reality.” But the signatories then countered: “We understand the dangers of continued federal deficits and the fiscal difficulty of increasing the number of troops. But the defense of the United States is the first priority of the government.”

The signatories of the January 2005 letter were: Peter Beinart, Jeffrey Bergner, Daniel Blumenthal, Max Boot, Eliot Cohen, Ivo Daalder, Thomas Donnelly, Michele Flournoy, Frank Gaffney, Reuel Gerecht, Lt. Gen. Buster Glosson (ret.), Bruce Jackson, Frederick Kagan, Robert Kagan, Craig Kennedy, Paul Kennedy, Col. Robert Killebrew (ret.), William Kristol, Will Marshall, Clifford May, Gen. Barry McCaffrey (ret.), Daniel McKivergan, Joshua Muravchik, Steven Nider, Michael O'Hanlon, Mackubin Thomas Owens, Ralph Peters, Danielle Pletka, Stephen Rosen, Maj. Gen. Robert Scales (ret.), Randy Scheunemann, Gary Schmitt, Walter Slocombe, James Steinberg, and James Woolsey.

Although many of the signatories belong to the usual circle of neocons—such as Boot, Cohen, Donnelly, Gaffney, Gerecht, the Kagans, May, Muravchik, Schmitt, and Woolsey—other signatories were such liberal hawks and liberal internationalists as Beinart, Paul Kennedy, Marshall, O'Hanlon, and James Steinberg. 12

Several months earlier, in September 2004, PNAC published an “Open Letter to the Heads of State and Government of the European Union and NATO,” which expressed concern about the domestic and foreign policies of Vladimir Putin's government in Russia. The letter stated: “President Putin's foreign policy is increasingly marked by a threatening attitude toward Russia's neighbors and Europe's energy security, the return of rhetoric of militarism and empire, and by a refusal to comply with Russia's international treaty obligations. In all aspects of Russian political life, the instruments of state power appear to be being rebuilt and the dominance of the security services to grow. We believe that this conduct cannot be accepted as the foundation of a true partnership between Russia and the democracies of NATO and the European Union.” 13

Among the 100 signatories were many prominent neoconservatives, including Boot, Ellen Bork, Donnelly, Carl Gershman, Bruce Jackson, Robert Kagan, Penn Kemble, May, Muravchik, Kristol, Schmitt, Pletka, and Woolsey. Prominent Democrats who signed the letter included Marshall, Steinberg, Joseph Biden, Richard Holbrooke, and Madeleine Albright.

The most recent PNAC report, Iraq: Setting the Record Straight, is an apologia for the disastrous invasion and war. It concludes that Bush's decision to act “derived from a perception of Saddam's intentions and capabilities, both existing and potential, and was grounded in the reality of Saddam's prior behavior.” The authors blame the reporting of the UN inspection teams and U.S. government statements, which they say “left wide gaps in the public understanding of what the president faced on March 18, 2003, and what we have learned since.” PNAC also charges that administration critics “selectively used material in the historical record to reinforce their case against the president's policy.” In other words, PNAC makes no apology for its own role in urging the administration to invade Iraq but rather defends the Bush administration as acting on the best intelligence available. 14

PNAC Loses Traction

PNAC's activities dwindled in 2005, and there have been no postings to its website in 2006. The most recent material under the “What's New” section of its website is from 2005: articles written by PNAC associates Gary Schmitt, Ellen Bork, and Daniel McKivergan, many of which were published in the Weekly Standard. 15

The war on terrorism that followed the 9/11 attacks spawned an array of other neoconservative organizations and front groups that share PNAC's views about U.S. global dominance and whose key figures have been associated with PNAC. Several of these entities—such as the Committee for the Liberation of Iraq, the U.S. Committee on NATO, and the Coalition for Democracy in Iran—were formed as ad hoc pressure groups closely associated with PNAC and have now folded or become dormant. Other groups, notably the Foundation for the Defense of Democracies (FDD), have emerged as major institutions with a staff and budget far larger than PNAC's.

PNAC founders William Kristol and Robert Kagan established PNAC as a political project to set a new agenda for U.S. foreign and military policy. Unlike many of the new neocon-led foreign policy groups, such as the FDD and the Committee on the Present Danger (CPD III), PNAC never had the pretension of being a bipartisan organization. All of PNAC's key figures have been Republicans.

In an administration with a foreign policy team mainly composed of PNAC associates, PNAC's role in setting the foreign policy agenda for the 21st century was largely successful. For the neoconservatives, the new challenge was to forge bipartisan support for this agenda of U.S. supremacy, preventive war, and regime change—focused first and foremost on the Middle East. FDD and the CPD aim to meet this challenge, although both groups are primarily Republican.

Since Bush became president in 2000, and especially after 9/11, the neoconservatives working outside the administration have attempted to set the broad ideological and specific policy directions of the administration's foreign policy. The AEI has functioned as the neoconservatives' main think tank, and Kristol's Weekly Standard is the neocons' main policy magazine. Both AEI and the Weekly Standard have been closely linked to PNAC since its founding, and all three are located in the same office building in Washington, DC.

In the course of the Bush presidency, differences have emerged in the circle of hawks and social conservatives that PNAC brought together in 1997. Some, like Francis Fukuyama, have backed away from the imperialism of PNAC and the neocon camp, and while generally supportive of the Bush administration's stance on the “global war on terror,” many neocons, militarists, and social conservatives have grown increasingly critical of its foreign, military, and domestic policies—creating splits between PNAC associates inside and outside government.

Some of the problems identified in PNAC's 1997 Statement of Principles have come back to undermine conservative unity around foreign policy. The first paragraph of PNAC's statement began with these observations: “ American foreign and defense policy is adrift …” In addition to criticizing “the incoherent policies of the Clinton administration,” conservatives “have also resisted isolationist impulses from within their own ranks. But conservatives have not confidently advanced a strategic vision of America's role in the world. They have not set forth guiding principles for American foreign policy. They have allowed differences over tactics to obscure potential agreement on strategic objectives. And they have not fought for a defense budget that would maintain American security and advance American interests in the new century.”

Main areas of current conservative dispute include immigration policy, stem cell research, levels of troop commitments in Iraq, democratization policy, Israel, and U.S. relations with China, North Korea, and Iran. Although the neocon camp and its allies, including the Rumsfeld-Cheney foreign policy team, are all hardliners with respect to Iran, there are public differences about which groups should receive U.S. assistance. While the leading neocon figures on Iran policy, such as Michael Rubin and Kenneth Timmerman, oppose funding the Mujahedin e-Khalq (MEK), an Iranian cult-like group with militants in Iraq, other players in the Iran policy debate, such as Raymond Tanter and the Iran Policy Committee, are MEK boosters.

Splits have also emerged on Israel, with groups such the Center for Security Policy (CSP) adamantly opposing any return of seized land, while other individuals such as Elliott Abrams cautiously support the policies of former Prime Minister Ariel Sharon and current Prime Minister Ehud Olmert. Another widening divide among neocons surfaced in the immigration debate, with an increasing number of neoconservatives—including Richard Perle, David Frum, and Frank Gaffney—distancing themselves from the neocon historical support for a liberal immigration policy, while others, notably William Kristol, have been sharply critical of social conservatives for their restrictionist positions. Two neoconservative centers—FDD and especially the CSP—have positioned themselves in the restrictionist camp.

These and other splits have eroded the original PNAC coalition of neoconservatives, militarists, and social conservatives, although the CSP, FDD, CPD, and other new groups have established similar coalitions with different memberships. Despite saying that PNAC was modeled after the second incarnation of the Committee on the Present Danger, neither Kristol nor Kagan are members of the newly organized CPD. 16

Funding

From 2000 to 2003, PNAC received $170,000 in grants from several conservative foundations, including the Earhart, Olin, and William J. Donner foundations. 17 From 1994 to 2004, the New Citizenship Project that sponsored PNAC and whose chairman is Kristol, received $3.3 million in grants, largely from the largest right-wing foundations: Bradley, Olin, and the Scaife Foundations. The Bradley Foundation has been PNAC's largest source of foundation support, granting PNAC $700,000 from 1997 to 2004. In its first year of operations, PNAC received grants from Bradley, Sarah Scaife, and Olin foundations. 18